Al igual que no se pueden comprender las últimas décadas del antifranquismo en Cataluña sin el PSUC, tampoco es posible explicar la implantación que alcanzó este partido, su "salto" desde el resistencialismo a un partido de masas, sin la presencia activa de una generación obrera, de militantes de base, que la hicieron posible, al igual que sucedió con Comisiones Obreras. Sin embargo, normalmente esta militancia de base suele permanecer como mero telón de fondo de una historia ocupada por los grandes protagonistas.
Harto representativo de esta generación fue Joan Rodríguez Martínez, también conocido como el Cosaco. Hijo "del pecado", condenado a una infancia verdaderamente dickensiana en aquellos abominables Hogares franquistas, Joan no tendrá la oportunidad de nacer de nuevo hasta llegar a Terrassa, donde se construirá una nueva identidad. Sin dejar nunca de trabajar, a veces en condiciones inhumanas, casado y padre de dos hijos, Joan se integrará en el PSUC (1963), desde donde llegará a ser uno de los iniciadores de las Comisiones Obreras de la Construcción.
Su trayectoria como militante de base en Terrassa la Roja la vivirá intensamente a través de toda clase de movilizaciones y huelgas hasta 1972. Después de una historia amorosa que comportará su primera crisis como militante, proseguirá en su activismo en Vilanova i la Geltrú (1972-1982) y finalmente en Ribes-Roquetes, donde reside actualmente. En este retrato, escrito desde una complicidad crítica, se reconstruyen trozos de la vida de un comunista cuya fama raramente sobrepasó los ámbitos locales, pero en cuya vida, pasión y entrega puede reconocerse una parte primordial de la historia nunca escrita de una base social que pasó desde el entusiasmo hasta el estupor, y que, a pesar de los pesares, persistió en su compromiso y sus sueños trabajando por cambiar la vida y transformar el mundo.