Joan Figueras i Oliveras tenía 5 años cuando pasó su primera noche en Port Lligat, en casa de los Dalí.
UNA HISTORIA JAMAS CONTADA.
Era el verano de 1948, Salvador y Gala acababan de regresar de su estancia de casi diez años en Estados Unidos; allí, Dalí ya se cotizaba, mientras que en España era un desconocido. Dalí escogió a Joan como modelo para realizar el Niño Jesús de La Madonna de Port Lligat (representada por Gala). Eso motivó a que Joan pasara muchas horas posando para el pintor y la pareja le terminó cogiendo cariño, a pesar de la animadversión pública que mostraban ambos ante los niños, pero Joan era muy guapo, extrovertido y listo. A partir de ese verano, el niño vivió prácticamente en las sucesivas barracas que los Dalí iban comprando a los pescadores, y se creó una relación íntima, familiar, que se prolongó hasta la muerte Gala en 1982 y Dalí se traslada a Púbol.
Joan se convirtió en modelo para otros cuadros, como La última cena, que Dalí iba pintando durante sus estancias veraniegas en Port Lligat y vendiendo en Estados Unidos, donde pasaban los inviernos. Esa convivencia provocó que el niño apareciera en decenas de fotografías junto a los Dalí, e incluso en actos públicos y en reportajes periodísticos en el extranjero. En toda esa documentación sorprenden las muestras de cariño por parte de una pareja que no había tenido hijos y que parecen tratarlo como tal: le enseñan a pintar y a hablar francés (el único idioma que hablaba Gala), lo educan (hasta el extremo de que Joan comía incluso la fruta con cubiertos), le escriben cartas cariñosas y cada año le traen regalos que en España eran alucinantes.
Sus padres eran los guardianes de la finca de los Cusí (dueños de Laboratorios del Norte) en Cadaqués, y accedieron a que Joan conviviera con los Dalí durante los meses en que estos residían en España.
Joan Figueras no quiso contar nunca su historia, y a su muerte, José Ángel Montañés pudo conocerla a través de su viuda que le ha dado permiso para utilizar fotos inéditas, imágenes de la intimidad familiar de los tres con amigos, en su casa…
Nadie hasta el momento se preguntó nunca quién era ese niño que parecía de la familia, este libro lo desvela.
Esta historia real avala que, leyendas y chismes aparte, la porción de la vida daliniana que aquí se recoge está más cerca de la realidad cotidiana que los propios diarios del genio y, desde luego, que toda la parafernalia que él mismo ponía en marcha cuando les decía a los suyos «Ahora voy a hacer de Dalí un rato».