tag de portada inferior Un opúsculo contra la cultura oficial posmoderna y las hegemonias literarias La escasez de escritos realmente polémicos sobre lo que desde principios del siglo veinte se viene denominando como "guerra literaria" puede ser una prueba más del férreo dominio y poderío de una hegemonía intelectual posmoderna nacida en España desde las transformaciones de la transición. Este libro parte de la radical ausencia de debate, solapada sólo por simples amagos, y quiere abrir una brecha mediante una crónica voraz y al desnudo de una facción posmoderna hegemónica, la de los intelectuales de consumo. En esta hegemonía, una más en el correr de los tiempos, no importan las personas, sino las personificaciones de categorías políticas e ideológicas y las funciones -que el autor tilda de amarillistas- que este bloque impenetrable -los amigos, la pandilla, el club- han de cumplir rindiendo cuentas a los intereses del capital que les compra -están a sueldo y se les paga los servicios prestados-. El control sobre las prebendas, cargos políticos, premios, circuito de actos y conmemoraciones culturales, diversas formas de consagración publicitaria se plantea como un juego entre el poder político y los agentes del mercado para crear un producto de consumo intelectual. El organismo intermediario de esta compraventa de intelectuales se sitúa en el Estado, dominio político y de gobierno donde encuentran su unidad histórica las clases dominantes. El resultado es un Estado cultural, una cultura de Estado, que remite a su inmediato precedente, aquel Arte y Estado blandido por nuestro particular fascismo en sus Años Triunfales. Escrito por José Antonio Fortes, que se define como un irreverente, subversivo, un atopos, que no tiene lugar establecido o su lugar está en vilo, deslocalizado, en un alugar, en donde hace una práctica intelectual radical, libre y marxista; y que, como el herético Arcipreste de Hita, invita a cualquiera que lea y oiga a que, si más cosas supiere, pueda añadirlas y enmendarlas, si quisiere, en la plaza pública, con lo que deja la historia abierta para que vaya de mano en mano.