Localizada en la Roma de finales del XVIII, donde conviven la belleza y la decrepitud, un pasado de muchos siglos de gloria y el incierto futuro derivado de la Revolución, La sombra del tiempo (1981) fue la primera novela publicada por un autor que se inició tardíamente en la narrativa pero dejaría, como en otros terrenos, un buen número de obras memorables. En el curso de un solo invierno, entre la Navidad y la Pascua de 1799, una joven viuda francesa –aristócrata emigrada del Terror, que recuerda treinta años después los sucesos que cuenta– vive en la ciudad eterna una prodigiosa historia en la que se mezclan nostalgias, ensueños, amores, una patética visión del poder, la gran sacudida revolucionaria, los magníficos simulacros del arte y una humilde y turbadora presencia de santidad. Entre la ficción y la realidad histórica, desde una perspectiva irónica trufada de guiños culturales, Carlos Pujol se reveló con esta fascinante novela como un fabulador ameno y exquisito, capaz de retratar en una intriga conmovedora el contradictorio espíritu de toda una época.