La vorágine, novela del colombiano José Eustasio Rivera, es una de las obras cumbres de la literatura latinoamericana y fue publicada por primera vez en Bogotá, en 1924. Aunque desde entonces haya tenido múltiples ediciones en América Latina, para el lector español es una obra poco conocida, a pesar de haber ejercido una influencia esencial en la narrativa sudamericana posterior, especialmente en los autores integrantes de lo que se ha dado en llamar el “boom” de la literatura hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX.
La edición que presenta Artemisa corre a cargo de Juan Manuel García Ramos, quien ha escrito un prólogo en el que analiza pormenorizadamente esta magistral novela sobre el llano y la selva colombianos, en cuyo seno, hombres y mujeres luchan por la supervivencia material y espiritual.
Una de las claves interpretativas aportadas por García Ramos en su estudio es la vinculación de la obra de Rivera con otro gran hito de la literatura universal publicado por los mismos años, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Como señala García Ramos, «la estructura narrativa de ambas obras, armada en función de un viaje al interior selvático, y el paralelismo de personajes como Arturo Cova y Funes, de La vorágine, y Charlie Marlow y Kurtz, de El corazón de las tinieblas, serían ya motivos suficientes para invitar a un acercamiento comparado a ambas fábulas.»
«Desde que las universidades estadounidenses pusieron de moda que escribir un libro es antes un mérito administrativo y un plus para mejoras contractuales que un ejercicio serio de conocimiento, el alud de información en el mundo de la crítica literaria occidental, animado por las facilidades mecanográficas de la tecnología, se ha vuelto indigerible para cualquier ser mortal.
A estas alturas, uno duda de la necesidad de decir algo nuevo sobre una novela como La vorágine, pero la belleza de la edición que se propone Artemisa me anima a dar mi parecer sobre el estado de la cuestión, pues hace ya muchos años que la obra de José Eustasio Rivera forma parte de mis libros más amados.
Dirigiendo mis pasos críticos por el camino más corto y alejado de la bibliografía más selecta sobre La vorágine, hoy creo, junto al poeta mexicano José Juan Tablada —que se nos anticipó a todos—, que es imposible leer esa novela colombiana, desde la tradición literaria occidental, y no sólo desde la latinoamericana, sin vincularla a un texto narrativo de Joseph Conrad: El corazón de las tinieblas.» [Juan Manuel García Ramos]