Fabrizzio Falleti, Fabe, el mejor experto en cajas fuertes de Chicago está a punto de dar su último golpe y pasar a la reserva. Falletti, expulsado del cuerpo de policía, sólo tiene dos amigos: Doral Washington, un delincuente negro que es también colega y socio, y su ex compañero, el inspector de policía Jimmy Capone, quizás el único policía honrado de Chicago, jefe de la sección de Estupefacientes y con el que va a desayunar esa mañana. Un millón de dólares es su sueño, en efectivo, para comenzar su nueva vida. Un golpe limpio, una caja fuerte llena de dinero; como siempre, sólo cajas fuertes nunca droga, Fabe no toca la droga y su amigo Jimmy lo sabe, como sabe que la farlopa en Chicago no la mueve la mafia, oficialmente. Pero el golpe limpio se ensucia, la muerte de la hermana del mayor traficante de droga de toda la zona complica el negocio, la caja fuerte del intermediario tiene dinero, sí, pero también una gran cantidad de droga que Doral se niega a abandonar. Uno se queda con la pasta, el otro con la merca?
Izzi diseña en La encerrona un planteamiento clásico de novela negra. Todos los elementos que la componen están en ella pero les da una vuelta de tuerca más a los personajes, un ex policía blanco asociado, en lo delictivo y en lo personal a un delincuente negro conforman una de las más extrañas parejas de toda la literatura policiaca.
Eugene Izzi nació en 1953 en Chicago. El joven Izzi abandonó los estudios y comenzó su andadura por el lado salvaje de la vida que le reportó, entre otras cosas un variado historial de arrestos. Publicó su primera novela, La encerrona, en 1987 a la que le siguieron más de una docena, algunas con el seudónimo de Nick Galiano. Su mundo, la delincuencia organizada, las calles y los personajes de su infancia. Pero el nombre de Eugene Izzi, el más famoso escritor de novelas policiacas de Chicago, ha quedado asociado al misterio de su muerte. El 7 de diciembre de 1996 su cuerpo apareció colgando por el exterior de la ventana del piso 14 del edificio de la avenida Michigan donde se encontraba su oficina. La habitación estaba cerrada por dentro. El escritor se encontraba recopilando material para un libro sobre un movimiento extremista de Indiana. Oficialmente fue declarado suicidio, pero la sospecha del «crimen perfecto» todavía planea. «Misteriosa muerte del escritor de misterio» fue el titular de la prensa que añadía que Izzi llevaba un chaleco antibalas y en sus bolsillos anotaciones sobre amenazas de grupos paramilitares.