La obra poética de Marià Manent consta de cuatro libros y uno inacabado por su muerte en 1988. Al igual que la de Gabriel Ferrater y la de Jaime Gil de Biedma, es una obra que cabe entera en un volumen no muy grueso. Además, al revisarla en 1986 para su reedición en la editorial Columna, la redujo, pues de su libro primerizo La branca (1918) sólo incluyó doce poemas.
En medio de su constante dedicación a las letras, Manent tuvo dos grandes períodos creativos, bastante separados en el tiempo. El primero abarca aproximadamente los años de sus tres primeros libros de poesía: La branca (1918), La collita en la boira (1920) y L´ombra i altres poemes (1931). Las páginas correspondientes de sus hermosos diarios nos dan el transfondo de estos poemas. El paisaje típicamente mediterráneo, noucentista, de Sant Pere de Premià en el Maresme: vendimias y bosquecillos de pinos recortándose sobre el mar; huertos con naranjos a la luz de la luna y acacias florecidas en una primavera incierta. Y atisbos de la ?Ciutat encalmada i subtil?: la Barcelona juvenil, estilizada, de los paseos suburbanos con glicinas en las rejas, también evocada en el Quadern gris de Pla o en los Suburbis de Mompou y cuyos carros madrugadores remiten a las vacaciones campestres. Pero toda esta sensualidad delicada se carga de dramatismo, se acendra, al impregnarse de la tristeza por un primer amor no correspondido.
En Manent, la celebración y la elegía, en vez de alternarse, cada vez aparecen más unidas. En este sentido El vel de Maia, su obra maestra en prosa, prepara el camino a la cumbre de su poesía: La ciutat del temps (1961).
Se suele caracterizar a Manent (y con razón en parte) como un poeta admirativo, observador de la belleza natural: un poeta que pasea por los campos, herborizando, atento a los pájaros, recogiendo minerales y, sobre todo, apreciando los cambios del tiempo y el paso de las estaciones. De ahí su afinidad con la lírica en lengua inglesa y, a través de ella, con la china y japonesa. Más aún, Manent es un poeta de lo microscópico, un observador minucioso de los aspectos menos perceptibles de la naturaleza: de sus matices y detalles más evasivos. Por eso en 1981 publicó una colección de ensayos, Notícies d´art, donde declaraba su afinidad con los pintores que saben mirar la realidad al margen de la ?vigilante unidad? de la forma, lo que les permite relacionar todo con todo, que es, según él, el ideal de la imagen poética. ?La poesía nace, esencialmente, de un impulso metafórico, de la complacencia misteriosa del que siente la relación profunda de los seres y sabe que hay una afinidad secreta entre realidades lejanas, incluso entre los seres y las cosas más discordantes?, escribió Manent en 1968 en la nota de presentación de la antología Poetas catalanes contemporáneos de José Agustín Goytisolo.