Bajo el título Ser humano este libro pretende contribuir a la comprensión de quienes, efectivamente, somos humanos. Para ello atiende, por una parte, a lo que de hecho es nuestra realidad —con sus dimensiones positivas de humanización y la cara negativa de deshumanización—, resultado de un largo proceso evolutivo y de complejos procesos históricos; y considera, por otra, lo que desde esa facticidad emerge como exigencia ética y horizonte utópico para nuestras trayectorias colectivas y existencias individuales. Estas dos vertientes reclaman una perspectiva filosófica en la que se vean mediadas la explicación y la comprensión, el trabajo interdisciplinar y el discurso reflexivo, la crítica y la hermenéutica… Todo ello haciéndose cargo de lo que supone una humanidad que vive en la pluralidad de sus culturas. Es así como esta obra se presenta encabalgada entre la antropología filosófica y la filosofía de la cultura.
El subtítulo, cuestión de dignidad en todas las culturas, señala el leit motiv de sus páginas: ser humano es una cuestión de dignidad, en la que le va la vida — vida con sentido— a cada uno. Las dimensiones de lo humano, contempladas desde la exigencia de una perspectiva que radicalmente nos sitúe ante las realidades de las mujeres y los hombres que, por igual, constituimos la humanidad, han de ser abordadas combinando enfoque diacrónico y panorámica sincrónica. De ello se trata al rastrear esa multiplicidad de dimensiones siguiendo las pistas proporcionadas por fórmulas como Homo Sapiens, homo loquens, homo oeconomicus, homo socialis, homo politicus, homo moralis, homo viator, homo aestheticus…, y así hasta el homo homini lupus o el actual homo digitalis que se debate entre un reactualizado homo humanus ciceroniano o un ilusorio homo Deus.
A través de las dimensiones así recogidas, la humanidad en su conjunto y la humanidad de la que cada individuo es portador se hallan confrontadas a la tarea de humanización que incluye conseguir que esta «aldea planetaria», embarcada en el proceso de una hasta ahora injusta y antiecológica globalización, sea en verdad casa común.